lunes, noviembre 15, 2010

Para usar tu nombre...

Para usar tu nombre
tendría que deshacerme de mí misma
que rendirme nuevamente
en el núcleo del sometimiento
e ir encontrando mi muerte
a fragmentos
catatónica en la blanquísima
espesura de tu entraña.

Para usar tu nombre
no bastaría el aguijonazo
del olvido
ni la brutal sacudida
de la renuncia
nada curaría la certeza
que desgarra las venas
por dentro en su carrera
a contravida y sangre
ni ablandaría el mazo del ojo abierto.

Tendría que aceptar, amor mío,
que soy carbono y agua,
tendría que desprenderme
las uñas rascando la carne
que ya no es sólo el disfraz
consuetudinario,
tendría que abalanzar
cuerpo y armadura interna
contra el refugio
que te vuelve horizonte
y terminar de sentir
en dirección opuesta al silencio.

Para nombrarte,
arteria abierta del corazón herido,
no tendré voz ni palabra
ni labios abiertos
en pos del sonido,
no invocaré tus signos
hasta que, más allá
del rencor propio
y de la rabia furiosa
que me abate al sopesar mi alma
henchida de fervor y deseo contenidos,
más allá del hábito
impune de este cuerpo
irredento de atisbar
en los abismos más hondos
que proponen lascivia y miedo,
algo rompa incontenible
tu vocación de tirano,
y la iniquidad que vierten tus falanges
en el viento
se convierta en el murmullo
que la voz del pasado acerca
al oído palpitante
como prueba de
su caduca villanía, nomás...

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