martes, enero 19, 2010

Y la soledad es su vecina

Através del agua de pesadumbre
que se cuelga de mis huesos
por no tener que verme
reconociendo caminos andados, desandados, de luces fundidas
através de la serpiente voraz que no tiene ojos
debajo
la lucidez cae en un baque ensordecedor.

Si no han sido estas manos
o estas entrañas
las que han dilucidado el peso tan definitivo
de una sombra
el andar que
por rengueante
no olvida su aterradora pantomima
que carga un fantasma empecinado
si no he sido
¿cómo es posible que lo sepa desde adentro
con una seguridad y una certeza abrumadoras
con una certidumbre quemante?

Que sepa la dirección exacta
de eso que busco y no encuentro
y con la dirección en la mano me pierda igual
buscando en la casa del vecino
donde todo se parece y se percibe la cercanía anhelada
y sin ningún embargo todo sea la película revisitada
una vez más.

Vuelvo a cargar la esperanza en un bolso agujereado
y me repito en silencio
pero persuasivamente
que ahogaré mis creencias, vestiré de alguien que no soy
y que lavaré tus pies hinchados de tanta andanza errante
lo haré
todo
siempre y cuando no te vayas

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