La Quietud Invertida

Para y por Enriqueta


Quiero ser la semilla
quiero ser la piedra
la luz
quiero ser el pozo del que el sediento
extrae la ansiedad para beberla
con los ojos ahítos

Quiero ser la línea
la paz que te desangra cuando no la hallas
quiero ser la furia de rubíes
que expele tu boca cuando brota el sueño
de tu esófago imbécil de tanta saliva malgastada

Quiero ser la repulsión del acomodado
un manglar de voces enjutas
raídas y estupefactas en la brillante inmensidad
de la humedad
necesito tener una mano adelante
recorrer con ella los silencios
adormeciéndoles el lomo con mi tacto gélido y torpe
tropezar de una vez por todas con la gracia
de que provee la desatención y la calma

Quiero ser valiente, escúchame,
quiero tener un haz de mutismos enardecidos
para sostenerme cuando
los fardos y atados
de barullo purulento se me metan entre los pasos
para tropezarme de bruces
contra el inacallable correr de los labios desmesurados
quiero ser valiente, por favor escúchame,
detenerme la víscera arrollada y salina
con la misma ensoñación dulce
que la devastadora miseria que se me acurruca
en los rincones y contornos
y deja mi corazón tan expuesto

Quiero ser la esfera, la llama
quiero ser el grano
la cosecha que desprende tras su larga gestación
quiero rompreme, igual, en la tierra
surcando la humedad aterida de certeza
quiero ser la negritud y la llovizna nocturna
por que todo apunta
desoladamente
hacia un perfil que no me dice
y en el que no encuentro más que mis pies
y mis ojos rotos
cansados de tener que andar
con la quietud despedazada
y de cabeza.