miércoles, marzo 02, 2011

¿Qué quiero ser que no soy...



¿Qué quiero ser que no soy ahora, que no soy nunca ni fui ni seré?
Repentinamente me descubro con los ojos detrás,
escarbando en donde la luz ya no penetra,
anunciándome estertores que me romperán mañana tanto como ahora,
desollándome con el esmero del que sabe que hallará razón debajo de tanta víscera pestilente.

Sabia savia de la noche angustiosa que se desliza reptando entre mis huesos
duramente quebrantados por la brutalidad del recuerdo,
¿qué quiero ser, agazapada de espalda al espejo, sombra asombrada,
rayo de la ignominia que me receto a golpes, descarnándome las manos y el rostro
en que no se postran tus ojos hoy, nudo en mi pecho,
qué soy, qué tengo?

Ahí estoy, me confundo de pronto con la oscuridad del viento,
¿qué quiero ser sin serlo y cómo doy con la auténtica razón para romperme a propósito,
yendo contra mi cuerpo y haciéndome trozos la razón, sabiéndolo?

Esa no soy yo, desgarrando mis vestiduras grito,
esa lámpara brillante que ocupa algún abismo y arremete silenciosa contra su corazón
purulento y lo reemplaza por olivos.

Dá conmigo, por piedad, encuéntrame.

Átame un corazón al mismo hilo que dejé pendiendo de tu pecho abierto cuando nació el silencio.
Extiéndeme tus manos y en ellas envuélveme como mapas y océanos,
hazme un atajo para llegar al centro, dá conmigo.

Necesito un ojo para mirar al infinito,
y lo tienes tú, lamiendo a diario la profunda lobreguez de este silencio que soy,
no llegando a donde quiero ser nido...

Ojos

¿Quién te enseñó a mirar?

Yo no he aprendido aún.
Los párpados se me acongojan cuando les pido
que levanten su telón y me muestren la vida
que hay al otro lado de su contorno.
Me hacen pensar en ti.
En que los tuyos juegan a mostrarte
lo que ellos desean
no lo que hay
lo que a ellos les parece que debería haber
y te proveen así de pretextos y mentiras
para cubrir los hechos.

Así que me convenzo
de que los que me ven la cara
los que me matan de dolor
con toda su recua de mentiras
son tus párpados. Tus ojos.
Tus ojos y sus (no sabemos si)
invenciones o analfabetismo.

Tú no tienes nada que ver.